El momento»bisagra» describe una idea potencialmente profunda: puede que estemos viviendo el período más influyente de todos los tiempos.
Los argumentos a favor van más allá de la pandemia de coronavirus y las políticas en 2020.
Filósofos e investigadores de referencia debaten si los eventos de nuestro siglo pueden cambiar el sino de nuestra especie en los próximos miles o millones de años.
La hipótesis de la «bisagra de la historia» propone que, ahora mismo, estamos en un punto de inflexión. La idea de que quienes estamos vivos en la actualidad somos especialmente influyentes puede rastrearse varios años atrás, al filósofo Derek Parfit.»Vivimos en el momento bisagra de la historia», escribió Parfit en su libro «On What Matters» (Acerca de lo que importa) en 2011.
Las razones para pensar que estamos en el momento más influyente de la historia van más allá de estar enfrentándonos a la pandemia de coronavirus. «Dados los descubrimientos científicos y tecnológicos de los últimos dos siglos, el mundo nunca ha cambiado tan rápido. Puede que pronto tengamos mayores poderes para transformar, no solo nuestro entorno, sino a nosotros mismos y nuestros sucesores». La teoría de la bisagra de la historia ha ganado una renovada atención en meses recientes, aunque los académicos quieren abordar esta cuestión de una forma más sistemática.
Comenzó el año pasado, cuando el filósofo de la Universidad de Oxford Will MacAskill publicó un análisis en profundidad en un foro popular dedicado al altruismo efectivo, un movimiento con el propósito de aplicar la razón y la evidencia para el mayor bien común. Su publicación generó más de 100 comentarios de otros expertos que abordaban la cuestión desde sus propias perspectivas, por no mencionar los podcasts y otros artículos con análisis profundos que se produjeron sobre el tema.
Para entender por qué, analicemos los argumentos que apoyan la idea de que el nuestro es un momento trascendental o «bisagra».
En años recientes, ha crecido el apoyo a la idea de que vivimos en un momento de alto e inusual riesgo de autoaniquilación y daños a largo plazo a nuestro planeta.
Tal y como argumenta el astrónomo británico Martin Rees: «nuestra Tierra ha existido durante 45 millones de años, pero este siglo es especial. Es la primera vez que una especie, la nuestra, tiene el futuro del planeta en sus manos».
Por primera vez, tenemos la habilidad de degradar irreversiblemente la biosfera o tomar un camino errado con la tecnología y provocar un revés catastrófico a la civilización, amplía Rees, quien cofundó el Centro para el Estudio de Riesgos Existenciales de la Universidad de Cambridge, en Reino Unido. Esos poderes destructivos sobrepasan nuestra sabiduría.
Expertos describen a éste momento como un precipicio, como una alegoría del lugar en que nos encontramos: donde un paso en falso puede provocar el desastre.
Uno de los aspectos que hacen que nuestro tiempo sea influyente es la amenaza de una guerra nuclear.Y colectivamente, el mundo gasta más dinero en helados que en prevenir tecnologías que puedan poner fin a nuestro modo de vida. La idea de que nos encontramos en un punto de inflexión peligroso también es el tema del segundo argumento de quienes apoyan la hipótesis del momento bisagra.La superinteligencia.
De acuerdo a varios investigadores de renombre, existe la posibilidad de que el siglo XXI presencie la llegada de una sofisticada inteligencia artificial que pronto se transforme en superinteligencia. Esos científicos argumentan que la forma en que manejemos esta transición puede determinar todo el futuro de nuestra civilización.Por sí misma, una inteligencia todopoderosa puede marcar el destino de la humanidad en función de los objetivos y necesidades que se tenga. Pero lo que dicen estos investigadores es que también hay otros escenarios. La desconocida extinción masiva que cambió la Tierra y permitió que los dinosaurios dominaran nuestro planeta.
En concreto, que el futuro de la civilización podría ser moldeado por el primero que consiga controlar la inteligencia artificial. Y esto podría provocar que una única fuerza busque el bien de todos o que un gobierno malvado use ese poder para subyugar a todos sus disidentes.
No hay unanimidad sobre los efectos a largo plazo de la inteligencia artificial.Pero los que se ponen en el peor escenario posible creen que podría marcar profundamente varias décadas venideras.
La degradación del medio ambiente por la acción humana amenaza con producir efectos nocivos irreversibles para el futuro.También se podría argumentar que la juventud relativa de la civilización nos hace ser particularmente influyentes. Solo llevamos alrededor de 10.000 años de historia humana, y podría decirse que las generaciones más tempranas tienen la habilidad de desbloquear cambios, valores y motivaciones que persisten para generaciones venideras.
Podríamos pensar en la civilización actual como un niño que debe cargar con cicatrices y rasgos formativos por el resto de nuestras vidas. Pero nuestra juventud relativa también podría usarse para argumentar lo opuesto, lo cual, además, nos lleva a una pregunta obvia: ¿no fueron los primeros humanos quienes vivieron en el momento más influyente?
Después de todo, un par de pasos en falso durante el Paleoceno o al final de la revolución agrícola y nuestra civilización jamás habría existido. Sin embargo, historiadores indican que aunque muchos momentos de la historia fueron cruciales eso no quiere decir necesariamente que fuera influyentes.
Encontrar respuestas indicará la cantidad de recursos y tiempo que la civilización debe dedicar a problemas a corto plazo frente a problemas a largo plazo. Para ponerlo a un nivel más personal, si creyeras que mañana será el día más influyente de tu vida -por ejemplo, vas tomar un examen crucial o casarte-, entonces dedicarías mucho tiempo y esfuerzo en ello de inmediato.Pero si crees que el día más influyente de tu vida está a décadas de distancia, o no sabes cuál sería el día, quizás te concentres primero en otras prioridades.
El altruismo efectivo pretende establecer un orden de prioridades para resolver problemas a corto y largo plazo. Si un altruismo efectivo asume que ahora nos encontramos en el momento bisagra, entonces debería dedicar una larga proporción de su tiempo y dinero a reducir urgentemente los riesgos existenciales a largo plazo. De hecho, muchos ya lo han hecho.Si por el contrario, los altruistas creen que el momento bisagra sucedió hace siglos, entonces dedicarán esfuerzos a otros problemas inmediatos, como invertir dinero en sus descendientes. Un filántropo que invierta a un 5% de intereses gananciales podría hacer crecer sus recursos unas 17.000 veces después de 200 años.
Algunos quizás cuestionen los beneficios de invertir dinero a largo plazo, dado que distintos colapsos sociales en la historia han borrado de un plumazo ahorros y fondos.
Probablemente otros sugieran que el dinero debería invertirse en erradicar grandes problemas actuales como la pobreza. El propósito principal de los altruistas efectivos es determinar el verdadero momento bisagra de la historia para así maximizar el bienestar de la especie y asegurar el florecimiento futuro.
Si logramos sobrevivir este siglo y alcanzamos la vida histórica promedio de un mamífero, estaríamos hablando de que la humanidad duraría alrededor de un millón de años. Un tiempo en que potencialmente podríamos expandirnos a otras estrellas e instaurarnos en otros planetas. Además, todavía queda, en teoría, un vasto número de personas por nacer en el futuro. Incluso si miramos solo 50.000 años en adelante, la escala de generaciones venideras podría ser enorme. Si la tasa de natalidad durante ese período se mantuviera igual que en el siglo XXI, los que aún no han nacido serían potencialmente más de 62 veces la cantidad de humanos que han vivido en algún momento de la historia. Es decir, unos 6,75 billones de personas.
Es probable que estas personas futuras (con suerte) también sean más iluminadas moral y científicamente que nosotros y, por lo tanto, podrían hacer aún más para influir en el futuro en formas que aún no concebimos. Aquellos que ha concluido que estamos viviendo en la bisagra de la historia también podrían estar desarrollando un razonamiento incompleto y defectuoso. Quizás los sesgos cognitivos están haciendo que los eventos actuales y visibles parezcan más importantes de lo que realmente son. Viviendo en la década de 1980, por ejemplo, se podría haber pensado que la nanotecnología era el mayor riesgo para la humanidad. Además, existe la posibilidad de sesgo de confirmación. Es decir, que si de verdad piensas que los riesgos existenciales merecen más atención, es probable que desarrolles inconscientemente los argumentos que apoyan esa conclusión.
Aunque pueda parecer desalentador concluir de que no somos las personas más importantes de todos los tiempos, en realidad puede ser algo positivo. Si crees que existe una «época de los peligros», entonces el próximo siglo será especialmente peligroso de vivir, y posiblemente requiera sacrificios significativos para garantizar que nuestra especie persista. La historia indica que cuando hay muchos temores de que esté en riesgo una utopía futura, se hacen cosas desagradables con la justificación de protegerla.
Todos somos engranajes del mismo sistema que nos aplasta. Por ejemplo, algunos investigadores que desean prevenir el riesgo de una inteligencia artificial malévola o una tecnología catastrófica han argumentado que quizás necesitemos un sistema ubicuo de vigilancia global de toda persona viva en todo momento. Pero si la vida en un momento bisagra requiere sacrificios, eso no significa que pueda vivirse con libertinaje en otros momentos. En este siglo podemos infringirnos un daño importante, y no necesariamente catastrófico o aniquilador de especies.Durante el siglo pasado, descubrimos innumerables formas de dejar vestigios malignos para nuestros descendientes, desde el carbono en la atmósfera hasta el plástico en el océano y los desechos nucleares bajo el suelo. Entonces, aunque no sabemos si nuestro tiempo será el más influyente o no, podemos decir con más certeza que tenemos un poder cada vez mayor para moldear las vidas y el bienestar de miles de millones de personas que vivirán el mañana, para bien o para mal.
Corresponderá a los historiadores del futuro juzgar cuán sabiamente usamos esa influencia.